Se cumple algo más de un año desde el
pre-estreno de “El Olivo”, una de esas emocionantes películas que más que una
película es una lección de vida, de perseguir sueños y de embaucar a propios y
extraños con un único fin, conseguir recuperar a la persona que un día fue el
abuelo de Alma. Una película que entre lágrimas y risas nos erizó la piel.
Vi la película con parte de mi
familia, pero nosotros no hicimos el cuadernillo de orientaciones didácticas,
elegimos un proyecto con vida propia, uno que perdurase en el tiempo y que
pudiera pasar de padres a hijos, a nietos y a muchas más generaciones,
plantamos cuatro olivos, que algún día puede que lleguen a ser milenarios, nuestros cuatro olivos han ido echando raíces,
creciendo por dentro y por fuera, eso sí, cada uno a su ritmo.
Después, de ver la película me
arrepentí de no haber sido más asertiva y haber convencido a la abuela y a los
niños para que viniesen a verla, menos mal que gracias a las fantásticas plantillas
que nos brindó #ElOlivoEdu #MisAbuelosMisRaices, me los traje a todos.
En “El Olivo”, el sueño de Alma, no
deja de ser una ficción cinematográfica, aunque a veces y por pura serendipia,
preciosa palabra, persiguiendo sueños ficticios se consiguen otros muy reales,
desde aquí mi más sincera enhorabuena a Anna Castillo por ese merecido Goya
como Actriz Revelación.
Estoy segura que todos los que un día
formamos parte del Proyecto #ElOlivoEdu,
andamos hoy persiguiendo otros sueños como #PactoEduCine, para que el cine sea
una realidad en las aulas, Cine y Educación no pueden caminar de otra forma que
no sea de la mano, para los que todavía creemos que otra
educación es posible.
Os invito a que sigáis compartiendo
en este blog vuestros Sueños Educativos, si caminamos todos juntos es más fácil.
Y aprovecho para lanzar un guante a los medios de comunicación, necesitamos que
la voz de la Comunidad Educativa sea escuchada, para que la Escuela que
queremos sea una realidad.
