Se han abrazado a mi tronco íberos, fenicios, griegos y
romanos.
Mis ramas han vivido amores. Corazones, flechas y
letras grabadas son testimonio de ellos.
Me han cantado grandes poetas como Lucrecio, Marcial, Miguel
Hernández, Lorca o Machado.
Algunos tenemos nombre, como Domiciano, el
olivo portugués de 6,9 metros de diámetro en su tronco y con más de 10
toneladas de peso.
A todos he dado lo mejor que tengo.
He dado el mejor de mis frutos.
Mi aceite ha recorrido mundos.
Pero ya no me valoran, me venden.
No es momento de emociones.
Me han arrancado de mi hábitat.
La crisis ha podido con mis hermanos españoles, pero también
con mis primos griegos, portugueses, italianos y franceses.
Ahora, decoramos jardines en Oriente Medio, fincas de
recreos particulares, campos de golf y rotondas.
Mi tronco retorcido hace honor a los giros de la Tierra
durante años.
Quiero reivindicar que no soy una estructura verde. Soy
historia viviente.
¡Soy un ser vivo!
¡Soy Patrimonio!
@camachomanarel
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